Alguno con cojones que tomó la foto antes del 23 de diciembre de 2010. Ella la publicó.
Está toda la sonrisa ahí entera, de punta a punta. Los ojos miran para arriba como a mi me gusta y, aunque hay distancia entre el fotógrafo y la muchacha de boca linda, se distingue claramente la dentadura. Tiene la blusa violeta (o lila) y el jean azul oscuro. En vez de estar yo en la foto, sus brazos sostienen el termo y queda abrazado entre su pecho. Los lentes, la cartera tejida al crochet, el saco negro de hilo y la marcha (que no se alcanza a ver). La amiga mirando de costado, como festejando la sonrisa de ella, que de todo es lo único que importa (ni la marcha que no se ve, ni el saco, ni el termo, ni mi ausencia). Hay una bicicleta, un hombre canoso, un distraído, una baranda color naranja antes del cordón de la vereda. Hay una gigantografía.
Cuando encuentres la imagen en Internet, detenete en el detalle: ¿Tienen el mismo pocito en el cachete o es que lo dibujo con mi imaginación? Parece tenerlo. Estoy seguro. Más todavía, hice zoom sobre la imagen. Pareciera que sí.
Y la sonrisa. Y el viento que apenas vuela la blusa lila (o violeta). Y el viento que juega con la dentadura no postiza y el cabello no postizo. Y en el pelo el aplique negro: un moño pequeño. Un aro en la oreja. Su perfume (¿Sentís el perfume?). El bretel negro. Las pulseras baratas que no se ven. Seguro que las zapatillas verdes. En la calle. En la marcha. Como corresponde.
Me falta algo, su piel. Entera. Su piel.
Y la sonrisa. Y Anaclara, que no es postiza.
Nota del Escritor: el número XI de esta entrega se perdió por defecto de Blogger.
miércoles, 18 de mayo de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario