La remera y el corpiño blanco se quedan hasta el último. Es lo último en irse. El último detalle que abandona la escena y todo lo demás se queda.
Es tu forma de pintar las paredes con el grafo. Los desafío sin dudarlo: quién pudiera resistirse a esta Anaclara; cuando Anaclara se pone así.
Sé que vas a tomar las almohadas y vas a hacer una pausa en mi ritmo, las vas a poner debajo de mi cabeza y mi boca va a quedar más cerca de tus pezones de mamá que amantó con amor, con ganas, batallando entre los dientes que sacaron leche y sangre. Será por eso que cuando te sacás el corpiño terminás de ser irresistible. Porque desde que te conozco (y desde tus 19 años, Anaclara) sos mamá (cobijar en una panza y elegir la música, el alimento, los estímulos; eso también vale para el asunto), la mejor que haya conocido. Tus pezones --será por eso-- son duros y erectos, los mejores que haya conocido.
Vas a dejar ahí las almohadas y me vas a agarrar los hombros con la yema de los dedos, con la palma de la mano derecha en mi pecho.
Las almohadas son cómodas. ¿Dónde aprendiste el detalle?
Vas a dejarme. Te voy a acariciar el cuerpo, por la espalda y por el pecho, voy a aprovechar el espacio corto para besarte, para sentirme cerca tuyo. Voy a prestar atención a tus latidos y vas a dejarme.
Voy a llegar al orgasmo y eso te va a animar. Tu corazón, así como de repente, va a latir apresurado. Vas a llegar al orgasmo adentro mío.
Tu grafo, Anaclara. Otro de los que usas para pintar las paredes con la palabra que vale la pena decir. No la nombres. No la pienses. Seguí escribiendo, pared tras pared. Seguí escribiendo y que los fantasmas morales no te maten. Defendete adentro de tu cuerpo y defendete afuera. Dale.
Y ahí queda la pintura al lápiz. Los cuerpos tuyo y mío desnudos, encimados, sonrientes. ¿Tuvimos demasiado tiempo o el tiempo fue demasiado para nosotros? No sé pero ahí estamos, descansados, con la sonrisa y la lengua chasqueada. Te lavaste y me lavé (ya te dije: verte correr al baño con las piernas cortas es el poema que no volví a encontrar escrito en ninguna otra antología). Acá queda la pintura, cuando nos preguntamos si nos gustó lo que acabamos de pintar y nos decimos que sí y es cierto: nos gustó correr al mismo lugar, rodar por la caída y quedar con la espalda sudorosa llena de pasto o de plumas.
Dejame escribir a mí: Anaclara.
Dejame que gire el cuerpo y mire el tuyo antes de que te vayas. Dejame decirte algo: la sonrisa que hacés y cuando te mordés la boca; los detalles que te hacen única. Dejame decirte algo más: seguí escribiendo la pared y aclará que sos madre, así leen y me entienden un centímetro.
Escribí libertad que las almohadas siguen debajo de mi cabeza.
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nota: recuperado luego que blogger estuviera caído.
lunes, 23 de mayo de 2011
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