viernes, 10 de junio de 2011

El temblor

Aunque mudo, sin palabras ni sonidos, repaso uno a uno los centímetros, una a una las sensaciones, el placer de mi adentro en tu adentro.

El café con leche, el tuyo, y el cortado en jarrito, el mío.

La silla esa. La ventana.

Cuando nos dijimos lo que quisimos no supimos aclarar que la libertad es tan efimera como necesaria.

Todavía sigo repasando, en silencio. Pero sigo vivo.

Todavía vivo.

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