miércoles, 19 de marzo de 2008

¡A.A.A.h!

Sí señoras. Sí señores. Como aniversario del nefasto golpe de estado de 1976, a treinta y dos años de aquel descuidado entonces, traen a nuestro país, y en clase turística, al increíble servidor del estado democrático peronista, más amigo personal del brujo Rega [bio]. Años conmemorables de un país asustadizo.

Rodolfo Eduardo [bio] llegó tarde al aeropuerto y hasta no verlo rodeado de policuchos federales y agentuchos de la Interpol [visítelos], nadie estaba seguro de su presencia. Sus familiares, aduciendo que el cuerpito de Rodolfo no soportaría ya un viaje tan largo, escribieron una nota para que fuera reconsiderada su extradición desde España. "Nuestro padre, esposo y queridísimo compañero, no está en condiciones de ser juzgado en Argentina, teniendo que antes hacer un viaje que pone en peligro su integridad y conociendo los intereses políticos de la Presidente, que busca de esta manera obtener rédito político por una condena y seguir haciendo campaña con su pseudo-política de defensa de los derechos humanos, mientras la inflación crece, la educación se deteriora y los villeros son cada vez más". Más allá de las intenciones de unos y otros, a las 2.45 hs., Almirón descendía del avión admirado por la cantidad de periodistas y curiosos que se encontraban congregados en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza.

Néstor Oyarbide (juez) lo convocaría para preguntarle algunas dudas que han surgido mientras se desarrolla la investigación por los crímenes cometidos antes de la dictadura militar del '76, donde la triple a [ver] habría tenido especial participación. Tanto es así que se presume que fueron los únicos responsables de un sin fin de crímenes y torturas, extendiendo su colaboración con el buen orden hasta adentrada la dictadura militar. Rodolfo Eduardo sería el mentor de la organización paramilitar, que tanto le fue útil al gobierno de María Estela Martínez de Perón [bio].

Un juicio que traerá condimentos encontrados: por un lado la imperiosa necesidad social de que la justicia asome la nariz por las tierras argentinas (sobre todo por los baldíos) y así de una vez por todas aparezca Julio López con vida; por otro, el enjuiciamiento a un personaje que, por lo que cuentan solo las agrupaciones izquierdistas, ha sido nefasto en la historia del país; por último, las ansias de construcción de poder de un gobierno nacional y los sucesivos provinciales, que se olvidarán de su parte en aquella época tan cuestionada e inundarán las calles de actividades en honor a la buena memoria colectiva.

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