Levantarse de la cama es pedirle permiso al sueño.
El sueño es ese lugar intangible, difícilmente recuperable, donde surgen situaciones inventadas, deseadas y temidas, vividas, olvidadas. Cuidadosamente, los despertantes nos encargamos de agarrarlo de una puntita, de traerlo, de que no se resbale por las yemas de los dedos apretados, aferrados a lo que acabamos de inventar, memorizar, desear, temer, o sobrevolar... Despertantes, hombres y mujeres, mojados, agitados, excitados, horrorizados, extenuados, apresurados y movilizados, queremos seguir en ese mundo gris azulado sin volver a los colores rutinarios de la mañana impredecible. Queremos aferrarnos a nosotros mismos, a lo que elucubra nuestro 'nosotros mismos' cuando pinta, con grises azulados, distintos paisajes y momentos.
Sinceramente, no quise pedirle permiso...
jueves, 9 de abril de 2009
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