lunes, 10 de noviembre de 2008

La vida capitalista [I.]

Martín se pone triste porque cayó en la cuenta de que pasará toda su vida solventando negocios ajenos. Hasta con los impuestos, piensa Martín.

Para reparar, manda un mensaje de texto a seis contactos de su directorio móvil que dice lo siguiente: 'cuidado cn ls negociados d ls presidentes... Seguro q ns perjudican.'

El año siguiente habrá elecciones (Martín recuerda).

Sale de su casa, se dirige a la esquina, compra un alfajor de chocolate triple con dulce de leche, vuelve y se acuesta a discutir, por mensajes de texto, con sus seis contactos de directorio móvil. Mientras, mira una película.

Se dice: ya falta menos que antes para las elecciones. Martín logra conciliar el sueño mucho más tranquilo que antes y no salió de su casa más que para comprar un alfajor.


Es el mundo capitalista esperanzador -engañador-. Pobres de nosotros.

V.

Anaclara se detuvo inflexible y me gritó. Quizás exigía ganar un centímetro en una discusión que no era apropiada para ser perdida. Tal vez sólo era otra muestra de su temperamento.

Anaclara hermosa, sensual, devoradora, teñida, salvaje, explosiva, orgásmica, ahora se volvía una fiera. Gritaba y no cedía. Ni un centímetro.

No importa demasiado si yo estaba en lo cierto. La miraba y sentía una mentira. Anaclara, ¿A dónde te estás yendo? No vamos a ningún lado. Va a ser mejor que tú para allá y yo por acá.

Anaclara llora. Anaclara ha caido en la cuenta, después que mí, del amor suntuoso. Anaclara no abre las piernas. ¡Ay! ¡Anaclara! ¡Tus piernas! (Anaclara las cierra). Anaclara, tus ojos son tan hermosos cuando se sinceran; tus cuerpos son tan amigables cuando no van de guerra; tus apellidos y nombres vuelven a recordar hermosos momentos -Ana, Clara- cuando no me gritas sin cesar.

Y justo en ese momento pensé: si pudiera nuevamente agarrár el celular, en horario inapropiado para el desvelo y decirle: levantá tu cuerpo, caminá al baño, mirate... ¿Viste qué sos hermosa? Si pudiera nuevamente, sería justo.

Vuelvo a pedirle perdón, que la amo en el oído y Anaclara abre su mundo nuevamente. Ya no grita.

Me pregunto: ¿Siempre va a ser tan hermosa?

Vuelve a abrir las piernas y yo me pierdo.

De ojos negros

Lunes de tarde mojada//

Sin ella/
sin ella.

Milagros: ilumina mi habitación/
mi habitación iluminada, Milagros.

Pocas veces pensé/
(el sistema, el sistema)
que la felicidad...

Conté hasta diez/
no me cerraban.

Cálculos/

Hay una crisis
una gran crisis/
Milagros;

¿Cuatro años y medio?/
y el Doc dijo que eras grande/
Milagros.

Que la felicidad pudiera/
Milagros/
tener ojos tan pequeños.

//Hermosos.